
"El
monstruo menguante" aglutina el trabajo de colaboración
que hemos mantenido a lo largo de los dos últimos años.
Pinturas, dibujos y esculturas donde lo personal y lo mutuo se
vuelven indiscernibles. Diálogo, reciprocidad, contaminación,
sin renunciar a lo particular y la diferencia. Damos cuenta de
la proximidad y complicidad de nuestra amistad y la lejanía
de nuestros planteamientos plásticos. No se trata de franquear
distancias (de cualquier tipo), sino reconocer los límites,
la finitud, el enigma, la vulnerabilidad como posibilidad de propiciar
un encuentro, un espacio social donde intervienen la voz, la escucha,
la presencia, la ausencia, el rostro, el cuerpo, la palabra, los
objetos.
Compartimos un flujo de zozobras y bálsamos: la violencia,
el cuerpo y sus pulsiones, el terror, el miedo, la intolerancia,
el dolor propio y el dolor del otro, la incertidumbre y la belleza.
El quehacer artístico es testimonio del esfuerzo de inscribir
eso que sabe el cuerpo de sus propias pulsiones; construir un
lazo, una mediación o conexión que integre el campo
imaginario del deseo y el campo real del cuerpo, más allá
de lo siniestro. Nuestras obras circulan entre el cuerpo y la
palabra y hablan de esa circulación; traen a la luz de
la imaginación la carne cruda y la ponen en el circuito
de lo simbólico, sin adaptarla, ni atraparla. El cuerpo
como filtro donde el pálpito de la sangre toma la palabra
para nacer como deseo, para enseñar a hablar a la carne.
El arte no puede alejar el horror de sí, forma parte de
su materia prima, pero sabe sosegar, significar, señalar
el dolor que éste causa y aliviar la perplejidad frente
a la crueldad.
-Helena González Sáez
/ Txaro Fontalba-
EL
OBJETO TARTAMUDO
(Texto de Txaro Fontalba)
EL
MOSTRUO SE AMIGA
(Texto de Helena González Sáez)